La crispación es democracia


Intervista a cura di CNN+, 2007.
www.cnnplus.com/codigo/noticias/ficha_noticia.asp?id=622624


Dice el profesor universitario Paolo Fabbri que la democracia es la penúltima palabra, es decir, el derecho a tener siempre una última respuesta. El sobresaliente semiólogo, que ha visitado Madrid para pronunciar la conferencia “Enunciación y objetividad en el Periodismo” con motivo de la inauguración del Postgrado en Periodismo de la Universidad Complutense, ha dialogado con nosotros sobre la confrontación política, social y económica que vivimos hoy. ¿Qué rol debe tomar el periodismo como mediador entre los diferentes sujetos de conflicto? La objetividad vuelve a entrar en escena, ya que en los escenarios de polémica es cuestionada y, a la vez, exigida. Por Belén Mainer Blanco.

CNN+. Vivimos un momento de crispación social. Se percibe en los medios de comunicación, en la política, en la economía (los mercados suben y bajan) ¿Podría aventurarse a decir el porqué?

Lo social cambia constantemente y se nutre de muchos factores. Creo que ahora estamos en un momento de construcción de la comunidad y esto requiere un gran esfuerzo por parte de los políticos.
Para que haya construcción es necesaria la discusión. Nosotros, los semiólogos, pensamos siempre en términos de oposición. No hay discusión sin un previo consenso.
Pongamos un ejemplo cotidiano. Una novia que discute con su novio lo hace con la intención de avanzar en la construcción del significado de su relación. Discuten sobre una base que es el amor. Si resulta que no merece la pena discutir porque no hay amor, la novia dejará al novio y se buscará a otro.
Sucede igual con la política. Los políticos siempre representan el conflicto pero porque no se ponen en evidencia los acuerdos. En la política hay confrontación en aras a la construcción de la comunidad.

¿Entonces resulta rentable la confrontación?

Sí, es una manera de poner en orden el mundo. Primero viene la guerra y luego la paz.

En España tenemos la sensación de que la elaboración del discurso político y la información de calidad mediática están en retroceso. ¿Cree que es cierto?

Para la elaboración de buenos discursos hace falta preparación técnica. Y el problema está en que la gente no piensa que el lenguaje es una técnica, y eso que lo sabemos desde Aristóteles.
Para dar una buena información y que resulte creíble se deben conocer bien los métodos de la comunicación.
En la sociedad contemporánea, los sujetos buscan construir su identidad a través de modelos relacionales y el discurso es precisamente comunicación. Los medios transmiten estos modelos. La televisión, por ejemplo, ofrece constantemente modelos de comunicación a sus espectadores. Sucede lo mismo con la política y sus discursos.
La clave está en la credibilidad, es decir, en que el individuo crea que los mensajes que recibe son verdaderos. Y para ello, se necesita estar preparado, no todo el mundo está capacitado para ser un buen informador.

Hablemos de la objetividad en el periodismo. ¿La hay en el periodismo actual?

El problema reside en si la comunicación puede ser objetiva, que no es lo mismo que ser verdadera. No se deben confundir los conceptos de objetividad y verdad. Decíamos antes que los semiólogos creemos en los opuestos. Pues bien, el opuesto de la objetividad es la subjetividad y el de la verdad es lo falso.
Pongamos como ejemplo un periódico, que para mí representa un sujeto colectivo en donde podemos hallar informaciones verdaderas y objetivas que provocan efectos. El pase de una película en tal cine a una hora determinada es una información verdadera y no se cuestiona.
En cambio hay otro tipo de informaciones basadas en la objetividad. La clave de estas informaciones es que “parezcan verdad”. Un corresponsal ve y narra con intención de ser objetivo, pero puede equivocarse. En realidad se trata de una información basada en la subjetividad del periodista. Es decir, la garantía de la objetividad es la subjetividad. Una curiosa paradoja.

Parece que la intención de las empresas está en la de “parecer verdad”, en vez de en “ser verdad”. ¿Incurre en el escepticismo mediático del público?

Las informaciones basadas en la objetividad provocan lo que nosotros denominamos “efectos de objetividad”. En un periódico podemos encontrar muchos efectos, que en la mayoría de los casos responden a una estrategia, que no tienen por qué corresponderse con la veracidad de los hechos.
Pongamos como ejemplo las informaciones de guerra, influidas por multitud de intereses. Los diferentes agentes implicados dan información con una clara intención estratégica. Los periodistas por tanto narran lo que tienen, que puede no corresponderse con los hechos. Sin embargo, narran historias creíbles y objetivas.
La estrategia tiene por objetivo construir una información que inspire credibilidad. La objetividad es en suma una estrategia.
Puede haber millones de estrategias, una de las más comunes es la que sirve a los intereses de las empresas en las guerras mediáticas.

¿Cómo se defiende el lector de estas estrategias interesadas?

El lector, por su parte, tiene la oportunidad de acceder a multitud de fuentes que le permiten contrastar las informaciones que le han llegado.
Posee una cultura mediática que le ha preparado para superar los obstáculos de la objetividad. No obstante conviene establecer un control de la objetividad de las informaciones.

Para terminar, ¿cómo se ve desde Italia el panorama político español?

En Italia, el presidente Zapatero goza de una muy buena reputación. Se cree que en estos años ha desarrollado un buen modelo de Gobierno.
Su único problema es el conflicto que tiene con la Iglesia. Italia es menos laica que España y, por tanto, la religión cristiana es muy importante en la política. ¡No hay que olvidar que el Vaticano está en Roma!

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