Los emojis responden a las carencias del lenguaje escrito


Por Juan Carlos Ramírez F., la Segunda, Jueves 9 de Noviembre de 2017.


Invitado a la Filsa, el académico habla sobre su amigo Umberto Eco, internet y su trabajo.

“¿Cómo debo posar para verme inteligente?”, dice sonriendo Paolo Fabbri (77), legendario semiólogo italiano que participará mañana en la Filsa en un homenaje a su amigo Umberto Eco, fallecido en 2016. “Porque un académico debe verse inteligente en un diario. Y eso tiene que ver con ser serio, reflexivo, pesimista incluso. Porque al final todo es un simulacro”.

Fabbri, cuyos libros como “Elogio del conflicto” (2012) o “Táctica de los signos” (1995) —disponibles en el stand italiano de Filsa— lleva apenas 30 minutos en Chile, pero no se ve cansado. “Hay algo que no se sabe mucho, pero Eco en su testamento prohibió organizar durante 10 años cualquier seminario o evento en su honor. Decía que si aún era recordado era señal de que su pensamiento había trascendido. No quería lo que le pasara lo que a Derrida, que tras su muerte se llenó de homenajes y ahora nadie se acuerda de él”.

De hecho, cuenta que tuvo la idea de hacer una conferencia sobre el filme “El nombre de la rosa” y recibió el llamado de su viuda, Renate Ramge. “Me dijo que cómo era posible si él había prohibido cualquier evento en su honor. Y yo le expliqué que no era sobre su difunto marido, sino que sobre una película basada en un libro suyo. Ella, que es muy seria, alemana, por cierto, entendió y no hubo problema”.

—A usted el diario argentino “La Capital” lo sindicó como “enemigo íntimo”.

—¿En serio? (suelta una carcajada). Teníamos discrepancias, eso no lo voy a negar. Lo que me llama la atención es cuando dicen que soy su sucesor o algo así. ¡Pero si Eco era apenas siete años mayor que yo! Éramos de la misma generación. Pero a mí me interesaba más estudiar la estructura del lenguaje que su interpretación. Una frase puede generarte rabia o risa, por ejemplo. A mí no me interesa eso, sino que cómo está construida para provocarte ese efecto.

—A usted le importa más el edificio del lenguaje entonces, más que los efectos que provoca.

—Tal cual. Eco era un filósofo y periodista sobre todo, muy influido por la semiótica, que es la rama anglosajona de la semiología. Yo soy más teórico. Porque el lenguaje tiene también que ser analizado desde el método científico, no sólo desde la interpretación subjetiva. A Eco le interesaba la búsqueda de la verdad. Para mí, eso no era tan importante, sino más bien cómo comunicamos esa búsqueda de la verdad.

Fabbri se codeó con toda la intelectualidad del siglo XX. Mientras habla surgen anécdotas o cátedras compartidas con Deleuze o Foucault. Todos, grandes exploradores del lenguaje, los signos y cómo los interpretamos en sociedad. “Eco tenía un rollo con las redes sociales. Decía que tiene que haber un filtro ante tanta información. No podía ser, decía, que cualquiera tuviera su opinión dando vueltas. Se le acusó de elitista por eso. Yo pienso, en cambio, que aunque no lo queramos, ese proceso de la caída de los filtros es inevitable. Y lo interesante es estudiar ese contexto donde todos tenemos el mismo espacio para comunicar”.

“Las canciones son más importantes que la poesía”

Fabbri también será homenajeado mañana en la U. de Chile, donde será distinguido como profesor honorario. “Me pregunto qué significa que te otorguen un honor. Una de esas palabras raras que poca gente usa”, dice riéndose.

—¿Qué le parece la masificación de los memes?

—Que responden a la imposibilidad de expresar cosas de la manera tradicional. Pensemos en los vanguardistas de principios del siglo XX. Los poetas que jugaban con las palabras o incluso, dibujaban objetos con las letras. Por eso me encantan los emojis: responden a las carencias del lenguaje escrito. Y con el tiempo irán evolucionando más.

—¿Cambiamos la forma de leer?

—Por supuesto. Yo abro mi computador y saltan las ventanas, las opciones, las posibilidades de avanzar. La lectura tradicional es muy aburrida y esquemática. Debemos estudiar más las imágenes, porque irán influyendo cada vez más. Al igual que la música. Para varias generaciones las canciones son más importantes que la poesía. No la necesitan, porque es el sonido lo importante. A menudo se piensa que la música no tiene un sentido, que es sólo goce estético. Yo creo que transmite ideas concretas, habla sobre la relación con el poder. Me encantaría poder profundizar en eso.

—¿Sabes? Siempre me he preguntado por qué a un biólogo molecular nadie le pregunta de qué se trata su trabajo. Lo imaginamos inmediatamente con su delantal y microscopio trabajando. ¡Y yo de verdad no entiendo qué hace! En cambio si dices que eres semiólogo, la otra persona se queda callada y te pide que le expliques más. Por eso digo que la semiología es como un pez abisal, de esos con los ojos saliendo del cuerpo o con una linterna en la cabeza. Algo rarísimo.

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